Acto I
Un Ángel recuerda que la Guerra contra Napoleón Bonaparte y el cautiverio de Fernando VII en Francia son un castigo de Dios a España por sus pecados (nº 2 “Oh España, nación esclarecida”), al igual que ya hizo con el pueblo de Israel (nº 3). El Patriota anuncia y describe el alzamiento del Dos de mayo de 1808 en Madrid (nº 4-6). Sólo la amargura y la violencia cesarán cuando el cielo devuelva al joven rey español, canta el Patriota. El coro exhorta a tomar ejemplo de los patriotas de Madrid y a grabar en la memoria el heroico levantamiento (nº 7, “Cantad patriotas”).
En la tercera escena (nº 8 y 9), España incita a las provincias a sublevarse contra las tropas napoleónicas. A finales del mes de mayo las insurrecciones se generalizan y se constituyen las Juntas locales (Valencia, Zaragoza, Sevilla). España se admira en la escena intitulada “levantamiento casi general de la Nación” (nº 10 y 11) porque “hace explosión la justa revolución”. Llega la primera derrota del ejército napoleónico en la batalla de Bailén (19 julio de 1808), anunciada por el Ángel (nº 12) y cantada por el coro y los solistas (nº 13) en un tono descriptivo (\"Ya se cruza el tiroteo\" o \"Artilleros, fuego\", etc.). Los “ilustres guerreros” de Bailén tienen la gloria (nº 14 y nº 15), aunque la victoria es de Dios (“tuya es la victoria, tuyo es el galardón”, copla del Patriota en el nº 15).
En Madrid, el Afrancesado se lamenta de la victoria de Bailén y maldice a los generales Castaños y Reding (nº 17 y 18). La sonada derrota francesa inquieta a este arribista afrancesado, que ve peligrar la fortuna que ha amasado gracias a la colaboración con los ocupantes: de simple figonero pasó a ser comisario de policía y ahora espera incluso “tener la legión de honor”. Entran en Madrid las tropas de Castaños y González Llamas [el 5 de septiembre de 1808] y el ejército francés se repliega hacia el norte del valle del Ebro. No obstante, el Patriota teme un terrible contraataque napoleónico (nº 19) y en las coplas, a dúo con España, clama la bondad y piedad divinas (nº 20).
Acto II
Se cumplen los presagios del Patriota: el emperador Napoleón interviene directamente en la guerra española al mando de la Grande Armée, un ejército veterano que desbarata y aniquila rápidamente la resistencia española (batalla de Espinosa de los Monteros, batalla de Somosierra, derrota de Uclés...). Los españoles recurren a la guerra de guerrillas, con rápidos y efectivos golpes que van desgastando el ejército francés. El Patriota describe cómo “el íbero defiende su partido” en los montes y valles (recitado nº 21), y el coro responde, amenazando al enemigo: “nada tienes pues no puedes conquistar la voluntad” (nº 22). España, sin embargo, está sumida en la tristeza y la desesperación (nº 23 y nº 24), ya que ve como regresan los horrores del pasado.
Aun sin mencionarlo, la acción salta a 1813, tras cinco años de contienda. El Ángel y el Patriota consuelan a España y le anuncian que Dios se ha apiadado de ella (nº 25, recitativo “Oh España, suspende el llanto”). El Patriota le cuenta que el ejército anglo-hispano-portugués ha conseguido victorias en Ciudad Rodrigo, Salamanca (alusión a la Batalla de los Arapiles, al mando del primer duque de Wellington, el 22 de julio de 1812) y Vitoria (julio de 1813), y ha logrado expulsar al ejército galo. Se alegra el Patriota de la derrota y recuerda que Dios sabe humillar al enemigo altivo (aria nº 26). El coro/pueblo celebra la retirada de las tropas y el favor de Dios (coro nº 27).
Fernando VII regresa a España y recupera el trono en virtud del tratado de Valençay: Ángel, España y el Patriota expresan su júbilo por el fin del cautiverio del rey (nº 28, “España de tu dicho contento”), mientras el Afrancesado se declara decepcionado, lo que no le va a impedir chaquetear: “a los muchachos yo sigo / y lo que dicen digo”). Tras unas coplas que ensalzan al monarca, el Deseado (nº 29), el coro canta con entusiasmo la felicidad de la victoria, aclama al rey, a la patria y a la Religión Santa.